lunes, 23 de noviembre de 2015

Merlín


Mi niño precioso, no sabes como te echo de menos. La casa está vacía sin ti. Me habían dicho que los leucemicos de nacimiento no llegan al año, pero tu casi llegaste a los ocho. Después de tanto tiempo, ya casi me había olvidado de que estabas enfermo. Me había hecho a la idea de que morirías de viejo, dentro de muchos años. Y te fuiste tan deprisa que ni tiempo tuve de despedirme. Siempre te recordaré como el más dulce y cariñoso de los gatos, al que nadie quiso dar una oportunidad, y como disfrutaste cada uno de los pocos días que se te han dado.

Siempre estarás conmigo.